Dos estudios clásicos, “El fin de la modernidad” debido a
Gianni Vattimo, y “La condición postmoderna” de Jean-François
Lyotard, son referentes para entender cómo ha influido en diferentes ámbitos de
la teoría social el binomio modernidad-postmodernidad. Si la modernidad –dice
Vattimo- es la identificación del pensamiento occidental como una progresión desde
sus orígenes históricos hace 2,500 años, recuperado en los siglos XVIII y XIX, pues
siempre retorna a sus fundamentos para construir la idea de la superación
humana; la postmodernidad, según Lyotard, es: a) La condición del saber o
estado de la cultura en las sociedades más desarrolladas, después de las
transformaciones de las reglas del juego en las ciencias y en las artes desde
el siglo XIX; b) Postmoderno también significa postindustrial, como la
actividad económica resultante de transformaciones tecnológicas producidas por
nuevas formas de investigación, transmisión y explotación del conocimiento; y,
c) La transformación del Estado-nación, que en lugar de contender por dominar
territorios, ahora busca dominar informaciones. De aquí que -sigue Lyotard: “La
transformación de la naturaleza del saber puede, por tanto, tener sobre los
poderes públicos establecidos un efecto de reciprocidad tal que los obligue a
reconsiderar sus relaciones de hecho y de derecho con respecto a las grandes
empresas y más en general con la sociedad civil”. Entonces, el cuestionamiento
de la validez de las instituciones que regulan las relaciones sociales y la
búsqueda de una nueva legitimación, también sería una característica de la postmodernidad,
debido a la mutación del saber y de la información, “y sus efectos sobre los
poderes públicos y sobre las instituciones civiles” (Lyotard).
Los
criterios de los autores citados, pueden relacionarse con la idea de Wolin -“Política
y perspectiva”- de que la vida política ha radicado, en la modernidad, dentro
de una Constitución, conforme a ciertos principios (liberalismo) y a una forma de
gobierno (democracia): “La importancia de una Constitución era que constituía
el Estado, como el poder más formidable de la sociedad y legitimaba el
ejercicio de la autoridad del Estado”. En la época postmoderna, la autoridad
política del Estado se combina con los poderes de facto representados por la
ciencia, la tecnología y el capital empresarial, que serían el fundamento real
de la superpotencia mundial: EEUU, cuyo poder postmoderno ya no usa las vías
tradicionales de imperio y conquista. En lugar del “dominio” busca el “predominio”
entendido como la preponderancia del poder estatal y del no estatal, tanto en
términos jurídicos como fácticos. Wolin dice que “En las sociedades
postmodernas, la capacidad coercitiva del poder [físico] es opacada por el
poder abstracto, no físico. El poder postmoderno incluye la generación, el
control, la recolección y el almacenamiento de información y su transmisión
virtualmente instantánea…el cableado del mundo es simplemente una expresión de
la globalización postmoderna”. Por tanto, en las sociedades más avanzadas el
Estado ha perdido el tradicional monopolio de la fuerza física, porque el poder
postmoderno está simultáneamente concentrado en una pequeña clase dominante y,
a la vez, desglosado en miles de pequeños empresarios, grupos y ciudadanos.
Luego: ¿Constitución Postmoderna?