miércoles, 15 de enero de 2014

México: ¿Nueva época?



Desde la publicación del texto original de la Constitución de 1917, en el Diario Oficial de la Federación del 5 de Febrero de ese año, al 31 de Diciembre de 2013, se tienen registradas 563 reformas a los artículos del Código Político original, como antes hemos mencionado; sin embargo, por su número y envergadura, las últimas de estas reformas generadas en el actual sexenio presidencial –antes de juzgar sus posibilidades y limitaciones– se ubican en lo que podríamos llamar el cierre del siglo XX mexicano: 1910-2013, si atendemos al criterio de Hobsbawm de que los siglos “históricos” no necesariamente coinciden con los cronológicos, porque se trata realmente de ciclos o duraciones que se caracterizan por líneas generales presentes en períodos largos. Por ejemplo: ¿Alguien duda de que en términos políticos y constitucionales la expresión “Sufragio efectivo. No reelección” ha caracterizado toda una época del México contemporáneo? ¿O de que el veto constitucional para que la inversión privada pudiera participar en la industria petrolera mexicana marcó época? Madero inició su acción política contra Porfirio Díaz invocando el antirreeleccionismo y la necesidad de la efectividad del sufragio y, hoy día, por las razones que queramos, lo cierto es que nuestras elecciones se han vuelto competidas y con alternancia en los ámbitos municipal, estatal y federal. Si en 1910 las condiciones de “real politik” no estaban dadas para asumir la democracia como sistema y método de gobierno, actualmente, por las sucesivas reformas emprendidas desde la pasada década de los 90’s y que han continuado hasta el año anterior, las elecciones en nuestro país se han convertido en el único mecanismo político para el acceso legitimo al poder, y la competencia ha ido dando paso gradual a la competitividad de nuestros órganos electorales, y nos preparamos ya para la reelección de munícipes y legisladores.
De igual forma, la histórica expropiación petrolera de Cárdenas en 1938, debatida profusamente durante los últimos quince años, en favor o no de la participación de capital extranjero en los hidrocarburos mexicanos, se ha resuelto en el sentido de permitir el acceso al capital privado. De una negativa absoluta se ha pasado a una permisividad reglada, a modo de garantizar la propiedad originaria de la nación, haciendo que la inversión pública y privada compartan riesgos en diversas actividades petroleras. Nos encontramos a un cuarto de siglo de la “caída del sistema” de 1988, que originó un intenso y prolongado debate sobre nuestro sistema electoral y la búsqueda de las fórmulas político-constitucionales, con ensayo de legalidades y legitimidades, tanto federales como locales. Hoy por hoy, el garantismo y protección de derechos humanos fundamentales campean en nuestro país como aspiración y necesidad, con diferentes pulsos que muestran pasivos sociales, pero que a la vez exhiben realidades esperanzadoras. En 1910 éramos 15 millones de mexicanos, hoy somos más de 118 millones, y así pueden mostrarse contrastes en los más diversos indicadores (PIB, PEA, tasas de natalidad y mortalidad, esperanza de vida). Nuestro país ha cambiado en el largo tiempo, a la vez que conserva fuertes identidades y pertenencias, con la experiencia de rupturas sociales notables. ¿Asistimos al inicio de un nuevo periodo o ciclo histórico?

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