Desde
la publicación del texto original de la Constitución de 1917, en el Diario
Oficial de la Federación del 5 de Febrero de ese año, al 31 de Diciembre de
2013, se tienen registradas 563 reformas a los artículos del Código Político
original, como antes hemos mencionado; sin embargo, por su número y
envergadura, las últimas de estas reformas generadas en el actual sexenio
presidencial –antes de juzgar sus posibilidades y limitaciones– se ubican en lo
que podríamos llamar el cierre del siglo XX mexicano: 1910-2013, si atendemos
al criterio de Hobsbawm de que los siglos “históricos” no necesariamente
coinciden con los cronológicos, porque se trata realmente de ciclos o
duraciones que se caracterizan por líneas generales presentes en períodos
largos. Por ejemplo: ¿Alguien duda de que en términos políticos y
constitucionales la expresión “Sufragio efectivo. No reelección” ha
caracterizado toda una época del México contemporáneo? ¿O de que el veto
constitucional para que la inversión privada pudiera participar en la industria
petrolera mexicana marcó época? Madero inició su acción política contra
Porfirio Díaz invocando el antirreeleccionismo y la necesidad de la efectividad
del sufragio y, hoy día, por las razones que queramos, lo cierto es que
nuestras elecciones se han vuelto competidas y con alternancia en los ámbitos
municipal, estatal y federal. Si en 1910 las condiciones de “real politik” no
estaban dadas para asumir la democracia como sistema y método de gobierno, actualmente,
por las sucesivas reformas emprendidas desde la pasada década de los 90’s y que
han continuado hasta el año anterior, las elecciones en nuestro país se han
convertido en el único mecanismo político para el acceso legitimo al poder, y
la competencia ha ido dando paso gradual a la competitividad de nuestros
órganos electorales, y nos preparamos ya para la reelección de munícipes y
legisladores.
De
igual forma, la histórica expropiación petrolera de Cárdenas en 1938, debatida profusamente
durante los últimos quince años, en favor o no de la participación de capital
extranjero en los hidrocarburos mexicanos, se ha resuelto en el sentido de
permitir el acceso al capital privado. De una negativa absoluta se ha pasado a
una permisividad reglada, a modo de garantizar la propiedad originaria de la
nación, haciendo que la inversión pública y privada compartan riesgos en
diversas actividades petroleras. Nos encontramos a un cuarto de siglo de la
“caída del sistema” de 1988, que originó un intenso y prolongado debate sobre
nuestro sistema electoral y la búsqueda de las fórmulas político-constitucionales,
con ensayo de legalidades y legitimidades, tanto federales como locales. Hoy
por hoy, el garantismo y protección de derechos humanos fundamentales campean
en nuestro país como aspiración y necesidad, con diferentes pulsos que muestran
pasivos sociales, pero que a la vez exhiben realidades esperanzadoras. En 1910
éramos 15 millones de mexicanos, hoy somos más de 118 millones, y así pueden
mostrarse contrastes en los más diversos indicadores (PIB, PEA, tasas de
natalidad y mortalidad, esperanza de vida). Nuestro país ha cambiado en el largo
tiempo, a la vez que conserva fuertes identidades y pertenencias, con la
experiencia de rupturas sociales notables. ¿Asistimos al inicio de un nuevo
periodo o ciclo histórico?
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