jueves, 22 de septiembre de 2016

21 de septiembre Día de la Paz


¿Qué debemos hacer o con qué debemos contribuir para que la conmemoración por la paz no sea una declaración hueca? En 1981 la ONU estableció el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz y su primera conmemoración se dio al año siguiente, en 1982. A esta fecha le siguieron, en 2001, la designación del Día Jornada de No Violencia y Alto el Fuego, aprobado por la Asamblea General; y de 2007 al 2014, sucesivas celebraciones sobre el mantenimiento de la paz y los derechos humanos; la paz y el desarme; paz y democracia; la paz sostenible; los jóvenes, el desarrollo y la paz; la educación y la paz; y, el derecho de los pueblos a la paz. La intención declarada de este máximo órgano internacional, en la búsqueda de soluciones practicables, es la de que, en todo caso, los propósitos por la paz internacional deben reflejarse no sólo en una emblemática y simbólica cesación de hostilidades en el día de la conmemoración, sino también en acciones de largo aliento, como la educación y la sensibilización de las personas en los temas relacionados con la paz.

Importante es la lectura de la información de la propia ONU: “Los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron por unanimidad los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en una cumbre histórica de líderes mundiales celebrada en Nueva York en septiembre de 2015. La nueva y ambiciosa Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible pide a todos los países que empiecen a trabajar para lograr estos Objetivos en los próximos 15 años. Su finalidad es eliminar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad para todas las personas…Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible son nuestra visión compartida de la humanidad y un contrato social entre los líderes del mundo y las personas…[y]…Constituyen una lista de acciones en favor de las personas y el planeta y un proyecto para alcanzar el éxito.” Esto último, declaración del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon.

Además, la institución internacional enuncia que: “El 16 de septiembre de 2016, entre las 9.00 y las 9.30 horas, el Secretario General celebró el mencionado Día mediante un acto en el Jardín de la Paz de la Sede de las Naciones Unidas en el que se tocó la Campana de la Paz donada por el Japón y se guardó un minuto de silencio. Se invitó a participar en la ceremonia a mujeres galardonadas con el Premio Nobel de la Paz y a los Mensajeros de la Paz. También en la Sede de las Naciones Unidas y en la misma fecha, la Sección de Extensión Educativa de la Organización celebró una videoconferencia mundial de estudiantes que tuvo lugar entre las 9.30 y las 12.30 horas”.

Deponer las armas no es cualquier cosa: significa casi todo, en un mundo convulso, poblado, con desequilibrios pavorosos, escalofriante predominio de pobreza y marginalidad, y violación infame de derechos humanos. Tiene un sentido refundacional y significa un esfuerzo de alto calado, casi quimérico, en pos de uno de los primeros elementos que preludian la justicia internacional, nacional, regional o provincial, sea como sea que se le haya concebido -desde Platón hasta Rawls. Es un tema supravitalista objeto de atención, anhelo o ensoñación, ubicable tanto en la Filosofía como en la ciencia ficción. Valor alcanzable o inalcanzable ¿quién duda que su realización sería un logro de verdadero humanismo y civilidad?

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