El constitucionalismo es una
construcción político-jurídica e histórico-social, resultante de un fenómeno de
racionalización y organización pactada del poder, ocurrido desde fines del
siglo XVIII hasta nuestros días; tiempo amplio durante el cual esa expresión se
ha consolidado como un paradigma político, a la manera de un tipo ideal de
legitimidad y legalidad que asegura los derechos de las personas y permite la
solución de conflictos en la vida social. No obstante, globalización,
terrorismo, delincuencia y narcotráfico internacionales, a la par de una
despolitización masiva, con primacía de intereses privados, crisis de
participación política y disolución de la opinión pública, han puesto en
cuestionamiento la capacidad del modelo constitucional para afrontar los
problemas de la actualidad.
Es cierto que, originalmente,
el paradigma constitucional se difundió, primero, en el mundo geográfico y
culturalmente denominado occidente y, después, en prácticamente todas las
latitudes de lo que muchos politólogos e internacionalistas llaman orden
mundial. Aún más: en el campo de la ciencia jurídica, el constitucionalismo es
una teoría para la igualdad, la equidad y la democracia, que se instrumenta en
una constitución, debido a que, en la realidad, las personas interactúan
indefectiblemente en los planos de la vida material, económica y cultural.
La constitución sería, así, una
representación normativa que formaliza arreglos políticos, hoy día de una
extendidísima impronta en el espacio mundial (entendiendo por tal la
simultaneidad de los ámbitos internacional, nacional o subnacional); hipótesis
a la que los datos duros actuales contribuyen para afirmar que, de forma
estructural, el constitucionalismo es un elemento característico de esta ya
larga época que, todo indica, sigue en construcción y ensanchamiento en el
orbe.
El constitucionalismo sería,
entonces una corriente de pensamiento producto de la ruptura de una larga era y
la apertura de una nueva, significada por las revoluciones americana y francesa
de 1776 y 1789, respectivamente, transformado, después de más de doscientos
años de vigencia, en enorme fenómeno de constitucionalización en el mundo
contemporáneo.
Las 194 constituciones
existentes al año de 2010, de un total de 196 naciones en el mundo, constituyen una evidencia política
internacional muy difícil de soslayar, por cuanto al trazo de las características
históricas del constitucionalismo como fenómeno derivado de la existencia y
comportamiento de los sistemas políticos basados en la creación formal de
constituciones --y, también, parlamentos o congresos-- conforme a la lógica de
la división tripartita del poder del Estado, sustento del contrato o
consentimiento social, y su conformación como tipo ideal, como puede
advertirse, ha seguido un proceso de universalización que tiene un asidero
transcontinental empíricamente demostrable. (Seguiremos).
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