miércoles, 18 de abril de 2012

Soberanía y Expropiación




La “soberanía” es un concepto de expresión socio-histórica y, por supuesto, jurídico-constitucional. En el primer sentido, se liga con los de nación, patria y matria, que dan contenido al “ser nacional”; en tanto que, en el segundo, refiere al principal atributo de todo Estado que se refleja en los principios de independencia e impenetrabilidad que poseen los elementos que lo estructuran: población, territorio y legislación. Cuando a propósito de la firma del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, vigente desde el 1° de enero de 1994, el entonces primer ministro de este último país, Jean Chrètien, en visita oficial al nuestro, fue recibido también en el Congreso de la Unión, después de un cuidado discurso diplomático en el Palacio Legislativo de San Lázaro, fue interpelado por algunos legisladores para preguntarle si el TLC no significaba pérdida de soberanía para México, y contestó algo como esto: “cada vez que se firma un tratado entre dos o más países, se cede un cierto monto de soberanía”, y se sorprendía de que esta sencilla realidad fuera motivo de debates acalorados entre nosotros. Pero el día de ayer, la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, anunció que su gobierno procedía a la expropiación de la petrolera Repsol-YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales, antes petrolera estatal argentina, se privatizó en 1999 al venderse a Repsol, petrolera española). Frente a un serio déficit energético y con reclamos sobre falta de inversión de la empresa española a la que se culpa del descenso en la producción de hidrocarburos, la mandataria de Argentina dijo que “la expropiación busca dar al país libertad sobre su política energética” y que “YPF es de toda la nación”. Para su decisión, la Presidenta de Argentina se fundó en su calidad de Jefa de Estado, es decir, de representante de los intereses nacionales frente al entorno político y económico exterior. En realidad, con independencia de la información que empieza a fluir a favor o en contra de la medida expropiatoria, estamos asistiendo a una situación que reedita el viejo debate sobre la soberanía de los Estados Nacionales, vivido en 1939 en México (creación de Pemex) y en Brasil en 1953 (creación de Petrobras). El desvanecimiento de las fronteras nacionales, observable en el campo de la información y la comunicación electrónica, en los fenómenos intensos de migración internacional, en la transnacionalización de las empresas y, por supuesto, en la globalización económica de naturaleza multinacional, constituyen un complejísimo macrofenómeno que muestra la acentuación de las diferencias entre los países económicamente periféricos y los países centrales industrializados; al contrario, el estatismo siempre ha sido acusado como la causa de la falta de productividad y competitividad de las empresas públicas, sobre todo del sector energético. Sin embargo, la soberanía sigue siendo un atributo constitucional que superlativamente se materializa en acciones expropiatorias por razones de utilidad o interés público. Al caso, Pemex tiene una participación de 9.49% en Repsol, lo cual no justifica que el Presidente Calderón, como Jefe del Estado mexicano, critique a su homóloga argentina, a la luz del artículo 89 de nuestra constitución federal que ordena respeto a la autodeterminación de los pueblos y no intervención (fracción X). ¿Quién nos metió en este pleito entre España y Argentina?

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