Diversas
son las situaciones de violencia que el Estado Mexicano y los habitantes y vecinos de las entidades
federativas enfrentamos hoy día, cuestión que exige acciones de gobierno para
su protección y la de nuestras instituciones públicas y organizaciones civiles,
con el fin de garantizar la convivencia social, la calidad de las relaciones
humanas y la protección de los intereses más preciados por todos. Por
eso, cualquier violación a nuestros derechos fundamentales a estar informados,
a manifestar nuestras ideas y a expresarnos libremente, conculca la condición
humana, porque la vitalidad de una sociedad proviene de las libertades de sus
ciudadanos, a cuya protección el Estado debe acudir con responsabilidad social
absoluta, dado que toda persona tiene derecho a opinar y a no ser censurado o
molestado por ello, e igual o más libertad posee para investigar y recibir
información, así como para difundirla sin limitación de fronteras y por
cualquier medio de comunicación. El 7 de junio pasado, en el marco de la
conmemoración a la Libertad de Expresión, el Titular del Poder Ejecutivo de
Veracruz anunció el envío al Congreso
local
de la iniciativa para crear, en la
Constitución de Veracruz, la Comisión Estatal para la Atención y Protección de
los Periodistas, como organismo autónomo del Estado responsable de atender y
velar por la integridad personal de los comunicadores, así como de promover las
condiciones para el libre ejercicio de la profesión del periodismo, con pleno
respeto al derecho a la información y a la libertad de expresión. Y una semana
después, el 14 de junio, como prueba triste y mortal del imperativo de contar
con una institución protectora, el periodismo mexicano se
enlutaba con la muy dolorosa muerte de Víctor Manuel Báez Chino, compañero apreciado
de Milenio El Portal Veracruz.
Quienes dedican su vida personal y profesional
a la comunicación social, son hombres y mujeres cuya actividad los coloca frente a riesgos y vulnerabilidades;
y su mayor paradoja ha sido la de tener que “reportear” los casos de pérdida de
la vida de sus propios compañeros de profesión. La violencia contra los
comunicadores ha sido condenada socialmente y las autoridades constituidas no
pueden permanecer indiferentes ante la gravedad de estos hechos, de fuerte
impacto en la comunidad. Es en este contexto que debe examinarse la iniciativa
del Gobernador de Veracruz, sin precedentes en el derecho nacional o en el de
las entidades federativas, sobre todo porque se propone que la Comisión sea un
órgano colegiado, con representación sustantiva de periodistas, propietarios o
directivos de medios de comunicación; de organizaciones no gubernamentales; de
investigadores del ámbito académico; y con participación mínima del gobierno (comunicación
social y procuraduría de justicia), pero con la máxima obligación de servir como
los principales obligados a acatar las instrucciones de la Comisión, en
beneficio de la atención y protección de los periodistas. Es cierto: sólo una
institución autónoma, de rango constitucional y con participación de quienes
tienen en el periodismo su principal profesión, u objeto de estudio, representa
una alternativa real, desde el orden de las instituciones sociales y públicas,
para atender y resolver esta problemática indeseable que a todos nos afecta y a
todos nos importa. En memoria de Víctor.
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