jueves, 17 de diciembre de 2015

Población y Desarrollo


Con esta denominación se conocen un sinnúmero de textos y artículos de naturaleza especializada, que dan un punto preponderante a la población como factor de desarrollo, entendido éste en su más amplio sentido: a) social, si se atiende a la provisión de los satisfactores básicos de la vida, como el vestido, el suministro de comestibles, la salud y la educación; b) económico; en su sentido de oportunidades de trabajo productivo y la posibilidad de ingresos que permitan allegarse de las condiciones materiales para la vida; y, c) político, característicamente referido a la existencia de elecciones generales incluyentes, posibilidades amplias de participación ciudadana (plebiscito, referendo, iniciativa popular) y métodos de control social del poder, de base colectiva. En la pluma de autores reconocidos –demógrafos y sociólogos, sobre todo– la población no sólo es, como en la teoría jurídico-constitucional, un componente del Estado soberano, sino la base material de la acción colectiva que se organiza y estructura en atención a la consecución de metas de desarrollo como las antes mencionadas. A fines del siglo XVIII, Malthus estimaba que la población era un factor de prosperidad cuando alcanzaba cierto volumen, después del cual se convertía en factor de tragedia, porque mientras que los alimentos crecían en forma aritmética, la gente lo hacía en forma geométrica, y a eso se debía que ocurrieran enfermedades y hambrunas que reducían otra vez la población. Por supuesto, este autor escribía desde la versión de una sociedad fundamentalmente rural, que no conoció la notable capacidad de la sociedad industrial para producir suficientes satisfactores e, incluso, excedentes, lo que llevó a invertir esas primeras consideraciones y dio paso a otras: mientras más población, más fuerza de trabajo para la industria; mientras más población, más soldados para defender el territorio nacional; y así los aforismos han ido desde la consideración de que una población que crece sin control es un factor de inestabilidad social, hasta el opuesto de considerar que una población amplia es un factor clave para el crecimiento de toda economía. Pues bien, el último recuento de población dice que, al 2015, México tiene 122.3 millones de habitantes y la esperanza de vida de nuestra población es de 77.14 años. ¿Cómo hemos crecido? En el siglo XVIII éramos entre 3 y 4 millones; cuando se consumó la independencia, 6 millones; en tiempos de Juárez, 8.3; al término de la revolución, 14.3; en 1950, 25.7; en el 2000, 97.5; en 2015,122, como ya lo anotamos; y las proyecciones demográficas indican que en el 2020 rebasaremos los 130 millones. ¿Somos muchos o pocos? Pues es cosa de mirar: actualmente somos 7,350 millones de habitantes en el mundo; China e India tienen más de 1,300 millones cada una, Estados Unidos más de 320 millones, Brasil más de 200 y, en el otro extremo, hay un buen número de países-isla o de territorio corto que van desde unos cuantos miles hasta poco menos de un millón de habitantes. Pero en verdad, saber si somos muchos o somos pocos depende de cómo “nos pongamos las pilas”. ¿Verdad que sí?

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