La Torre ha señalado que cuando se trata de poner en
relación a la Política y el Derecho, o al Derecho y la Política, según se
quiera sustantivar una u otra, aparecen siempre dos interpretaciones. En la más
conocida de ellas, el Derecho es simplemente una expresión del poder y, por
tanto, emana de él y es su instrumento; en la otra idea, menos conocida, el
Derecho es la verdadera fuente del poder, a la vez de su límite. Dicho de otro
modo, en una categoría se afirma la superioridad del Poder sobre el Derecho, y
en la otra categoría la del Derecho sobre el Poder. Si el Poder es superior al
Derecho, entonces no puede estar vinculado por la ley que él mismo produce,
porque está por encima de ella, lo que recuerda, desde los griegos antiguos,
todas aquellas ideas relacionadas con la postura de que el Derecho sólo
representa el interés del más fuerte, o que es todo lo que poder soberano
prescriba sin más como obligatorio, o que las leyes son obra de los más débiles
para neutralizar la superioridad natural de los más fuertes. Por supuesto, ello
significa que el poder puede verse como coacción, fuerza o violencia. Esta es
la línea que se conoce como realista en Política, o “iuspositivista” en
Derecho.
La versión distinta a la anterior –idealista o
“iusnaturalista”, según él caso– es decir, la que considera que el Derecho es
la base del poder político, entendiendo a este último como la capacidad de
hacer leyes, opina que el Derecho es la fuente de la ley a la que el Poder se
sujeta, porque él mismo la aprueba. En esta visión, la necesidad de ordenar la
vida en común es la necesidad humana de un orden social, con sujeción a deberes
éticos que se tornan en deberes jurídicos. En consecuencia, el Derecho puede
ser visto como una teoría del orden que se impone a todo ente o manifestación
de poder que pretende satisfacerse a sí mismo. El Derecho, fundado en
principios de igualdad y equidad, así como en criterios de respeto a la vida y
a la libertad, tiene ahora una triple faceta: a) el Derecho es, en sí mismo,
una teoría; b) el Derecho es, también, un cauce colectivo para la vida; y, c)
el Derecho es un conjunto técnico de herramientas e instrumentos (leyes) para
prescribir modos de vida.
Por supuesto, la vida humana es de tal complejidad
que desde la perspectiva de los sujetos (nosotros) o los objetos (las
instituciones sociales) del Derecho o de la Política, ninguna de las dos puede
abarcar todo el complejo de la actividad humana. Por ejemplo, cuando el artista
produce arte, su obra puede estar envuelta en expresiones de poder o normativas,
pero éstas son secundarias; le fe religiosa y sus ritos se ajustan a su propia
lógica; el amor fraterno, filial o erótico responde a nuestra intimidad
personal y al afecto positivo o negativo de nuestra interioridad, donde no hay
reglas para el alma. Bajo cualquier versión, debiere ser evidente que la
Política y el Derecho nacen de la pluralidad, de la colectividad, de la
sociedad, de las relaciones interhumanas. Por eso, de la singularidad, del
aislamiento, del apartamiento o de la individualidad, nunca surgen la Política ni
el Derecho. ¿Cierto o no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario