miércoles, 8 de febrero de 2012

Las postulaciones por el cargo de Presidente de la República




Por fin se ha completado la tercia de candidaturas partidistas por la Presidencia de la República, en el sentido que antes habíamos adelantado, y no por sortilegio, sino por un sencillo ejercicio lógico de deducción, acorde a la intensidad electoral propia de este año 2012 de elección total. De igual modo, como hace ya varias semanas, seguimos deduciendo de las opiniones informadas, de los datos duros y del comportamiento serial de las cifras electorales, que hacia julio de este año los resultados comiciales se habrán estrechado estadísticamente en función de una cadena PRI-PAN-PRD (de mayor a menor) más reñida. Con las cartas formalmente boca arriba, de manera señalada Enrique Peña Nieto tiene al PRI con ventaja numérica, ya superados los primeros embates de efectos mediáticos negativos que sufriera, y desarrollará dos líneas de estrategia congruente. En el orden externo, capitalizar el evidente desgaste que sufre todo partido en el poder, como evidentemente sucede con el gobierno del Presidente Calderón, cuya línea de flotación ha sido afectada por el déficit político, jurídico y organizacional ocurrido en materia de seguridad pública, su sordidez para distribuir los beneficios de los programas sociales y su parcialidad en asuntos de procuración de justicia. En el orden interno, la recomposición de sus alianzas electorales nacionales se sustentará en la fortaleza partidaria derivada del respeto político-pragmático a los derechos de sus militantes, con el fin de cerrar filas en lo interior y aprovechar una de las ventajas innegables del PRI, consistente en su notable disciplina partidaria.

Josefina Vázquez Mota ya hizo que el PAN, contra toda su historia partidaria, introduzca, hacia lo externo y como primerísimo elemento de campaña, la expectativa de “género”, acudiendo desde ya a las analogías internacionales con las presidentas o primeras ministras que gobiernan o han gobernado, por ejemplo, en Argentina, Alemania, Brasil y Chile. Pero en lo interno, el PAN no volteará hacia el PAN, sino hacia el gobierno de Calderón en busca de su verdadera fortaleza operativa consistente en los programas sociales y recursos económicos que le proporcionarán, sin tapujos ni rubores, las diversas dependencias y entidades federales, creando una lucha desigual y descarnada que ha sido denunciada por todos los partidos políticos diferentes al PAN, sin distinción de ideologías. Por lo que hace a Andrés Manuel López Obrador, también podemos distinguir elementos externos e internos en los que fundará su estrategia. Por cuanto a lo primero, el “Peje” –nombre de batalla mediáticamente real-  continuará con la idea de ampliar su imagen, mediante actitudes públicas que demuestren sus “atributos” de tolerancia política y equidad con las diversas clases sociales, sustentándose en un nacionalismo popular de discurso conocido. Pero es en el ámbito interior de donde le provendrá su mejor “capital” electoral, porque el PRD logró unificar las tribus y corrientes sectarias que lo forman para tener una candidatura institucional y, además, buscar la unificación de sus demás candidaturas federales. Los planteamientos están claros, el PRI y PRD se apoyarán, con diferente magnitud, en una oferta política propositiva o contestataria y en su estructura partidaria; el otro, el PAN, esgrimirá un discurso político de género y continuismo político, con evidente uso del dinero público. Sí así están las cosas, luego entonces “ya veremos”.

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