miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Galimatías Judicial o Extrajudicial? Parte II




Un magnífico académico de universidad, político experimentado también, hace muchos años gustaba de comentar en el aula una expresión que, no obstante su actualidad, le parecía haber caído en desuso: cuando se practica política sin una sólida base jurídica, se corre el riesgo de caer en demagogia. Pues bien, el juicio de Florence Cassez terminó convirtiéndose en un “caso” jurídico y también en un “cazo” político. Como caso jurídico se ha desenvuelto siguiendo la pauta procesal prevista en el derecho positivo mexicano, hasta el punto conocido de la determinación que asumirá mañana (hoy) la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con el añadido de los “alegatos de oreja” a los que recurren las partes interesadas y sus respectivas defensas, para agregar aspectos de valor ético o humanos que, sin contrariar la ley, pudieran aportar perspectiva al criterio judicial. Pero como “cazo” político, es decir, como recipiente, se ha llenado con toda clase de presiones políticas, tanto internas como externas a la propia Corte. Si se lee con cuidado el proyecto de ponencia del Ministro Zaldívar, ahí no se discute sobre la culpabilidad o no de la Sra. Cassez, que, por lo demás, parece estar suficientemente acreditada, sino por las maneras desgraciadas (faltas de gracia, pues) con que intervinieron los agentes policiales en su captura hace ya más de seis años. Si la Corte o los ministros de esta Sala son congruentes con la postura asumida en casos precedentes de violación a los derechos de los procesados, nuestros juzgadores máximos se verán (vieron) ante la disyuntiva de fallar en favor de la verdad jurídica (que supone el cuidado de las formas legales, entre ellas el vencimiento procesal) y en contra de la verdad última (que supone criterios de justicia fundados en hechos realmente acaecidos). Mientras el “caso” se mantuvo en el ámbito estrictamente jurídico, las diferencias de opinión fueron, han sido y seguirán siendo menos numerosas, evidentemente porque la discusión se ha desenvuelto en el campo de la especialidad jurídico-procesal; pero una vez que se conocieron las implicaciones de responsabilidad (¿abuso de autoridad, privación ilegal de la libertad?) de los participantes en la detención televisada (¿recreación, montaje?) de modo que se controvirtiera la verdad jurídica, todo se volvió un verdadero “cazo” lleno de nombres diversos: Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino y Francisco Javier Garza Palacios (los tres, ex AFI), actuales funcionarios federales; la Sra. Miranda de Wallace (candidata PAN, Gobierno DF), Margolis Sobol (empresario de equipos de seguridad); el Consejero Jurídico de la Presidencia; la SIEDO; y hasta el binomio presidencial Calderón-Sarkozy, que le dio a este “guiso” de “cazo” mexicano, su “sazón” internacional. De aquí la inevitable politización de un proceso jurídico que, de afirmarse mañana (hoy) su endeblez, confirmaría las fallas estructurales de un sistema policial federal susceptible de padecer deseos personales de fama pública, ansias de carrera política o expectativas electorales. Pero de negarse el amparo a la acusada Cassez, la sombra de la presión política y mediática daría tintes de oscuridad a la impartición y administración de justicia. ¿Quién gana? Nadie; ¿Quién pierde? Todos nosotros, como personas y como ciudadanos. “Perder-perder” es la consigna en este “caso” o “cazo”, como se le quiera ver, y sea como sea que resulte.

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