Pues sí, el debate es el tema. Como tópica desahogada en su primera fase
este pasado domingo 6 de mayo, el debate caminó previamente por la ruta de la
puesta de acuerdo entre los partidos políticos, sobre contenidos, tiempos y
sorteos, así como respecto del formato y la participación de los candidatos en su
papel literal de actores políticos. Como tal, el debate evidenció constantes
presentes en encuentros de este tipo: los extremos son generalmente los más
afectados, porque el candidato puntero en las encuestas está prácticamente en
el límite máximo de la intención del voto a su favor, es decir, estadísticamente
tiene poco o nada que ganar y mucho que perder, circunstancia que lo hace
objeto natural de los ataques u objeciones de los contendientes a la zaga; en
tanto que el candidato colocado con las menores posibilidades estadísticas,
tiene todo que ganar y poco o nada que perder. Por supuesto no hay
observaciones infalibles, simplemente esta es una tendencia dominante
registrada en diversos estudios que, sobre todo, la sociología americana ha
realizado desde mediados de la década de los 60´s del siglo pasado, respecto de
situaciones de contienda o discusión electoral semejante.
En nuestro contexto, el primer “extremo” se actualizó en la persona de
Enrique Peña Nieto, atacado tanto por Josefina Vázquez Mota como por López
Obrador; en tanto que en el otro extremo estuvo, solitario, Gabriel Quadri. Las
encuestas de MILENIO-GEA/ISA de los días lunes 7 y martes 8 de mayo, reportan
que Peña Nieto se mantuvo en 47%; Vázquez Mota pasó de 27 a 26%; López Obrador
se mantuvo en 24 %; y Quadri subió de 1.4 a 3.2%. A la pregunta ¿quién ganó?, los
breves números de apenas dos días indican que el candidato del PRI se mantuvo
con sus expectativas altas; la candidata del PAN es la única que disminuyó sus
números; el candidato del PRD también se mantuvo; y el candidato del PANAL
subió notoriamente de la zona de pérdida de registro a la de conservación de
registro como partido político nacional. En el horario de transmisión
televisiva, el rating o teleaudiencia lo tuvo el programa “Pequeños gigantes”
de Televisa, seguido del debate con 10 puntos, mientras que el partido de
futbol Morelia-Tigres transmitido por TV Azteca tuvo 9 puntos; es decir, en
promedio, el debate fue visto por 5.5 millones de personas. Por tanto, el
perdedor fue el debate mismo, porque del gran total del rating tuvo sólo 1/3 de
la teleaudiencia. Preocupante pues que el IFE se comporte festivo ante esto y
que, por otra parte, tenga que hacer declaraciones y disculpas públicas por el
affaire de la ahora famosa edecán, al parecer única ganadora de la transmisión
del debate si sólo al rating ampliado nos atenemos.
Pero más allá de las simpatías políticas de los votantes del país, es grave
que la transmisión de un asunto de interés nacional, como es conocer a quienes
aspiran a dirigir los asuntos nacionales en los siguientes seis años, fuera
boicoteado: en un caso, de manera soterrada (Televisa); y en otro, en franco
enfrentamiento (TV Azteca). La Constitución Federal es contundente: las telecomunicaciones
a través del espacio nacional corresponden al dominio directo de la Nación
(art. 27), y su concesión temporal a particulares no elimina la rectoría del
Estado ni su condición estratégica y prioritaria para la soberanía nacional (art.
28)…¿O qué parte de la Constitución no se entiende?
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