martes, 29 de mayo de 2012

Exámenes toxicológicos a funcionarios en Veracruz




Notable por cualquier ángulo que se le quiera ver, resulta el decreto firmado este lunes 28 de mayo, por el titular del Poder Ejecutivo de Veracruz. Y no sólo por la medida administrativa que se instruye, dirigida a los servidores públicos de las dependencias centralizadas y entidades paraestatales de la administración estatal, sino también por la invitación hecha por el Gobernador del Estado a las autoridades de otros poderes públicos, ayuntamientos y organismos autónomos del Estado, para instaurar en sus propias jurisdicciones medidas de similar aplicación, específicamente dirigidas a los denominados funcionarios o servidores públicos de confianza que ocupan los niveles jerárquicos de mandos medios y superiores. Se trata del dictado de una disposición superior -acto administrativo unilateral, válido, ejecutivo y ejecutable, que se ordena en ejercicio de autoridad- para que quienes ocupan los cargos de jefe de departamento hasta llegar a los de secretario de despacho, o equivalentes, se sujeten a “exámenes médicos o de laboratorio de carácter toxicológico”, necesarios para asegurar que su desempeño público no se vea afectado o influenciado por el consumo de fármacos, drogas o sustancias prohibidas por la ley.

Si en el plano teórico-jurídico nos encontramos ante la presencia de un ejercicio puro de derecho público-administrativo, en el plano social asistimos a la puesta en práctica de una muy larga y discutida idea en medios de todo tipo: la garantía de que quien actúa como agente del Estado, se encuentra libre del consumo, adicción o dependencia activa de cualquier sustancia prohibida, que pueda alterar o afectar su desempeño en la prestación de servicios públicos, dado que estos últimos deben prestarse de manera que se ajusten a características de regularidad, continuidad, uniformidad y permanencia, porque se orientan sustancialmente a la satisfacción de necesidades de interés general o fundamentales. Que los servidores públicos se encuentren en condiciones objetivas de aptitud, para cumplir con las necesidades del propio servicio público, es lo menos que se ha dicho con intensidad durante la última década, tanto en el ámbito nacional como en el local; pero que el máximo representante del Poder Ejecutivo –en nuestro caso, el Gobernador Duarte- se tome a sí mismo como sujeto de la idéntica obligación que impone a sus funcionarios y empleados del primer círculo y subsecuentes jerarquías, tampoco tiene precedentes de ningún tipo y así lo afirma en su decreto: “es convicción del titular del Poder Ejecutivo del Estado que, justamente, el Gobernador de Veracruz es el primer servidor público que debe someterse responsablemente a toda prueba de confianza en la prestación del servicio público, incluyendo las de orden médico y de laboratorio, de carácter toxicológico, para garantizar debidamente a la sociedad veracruzana, que se encuentra apto para el ejercicio del cargo y libre de dependencias o adicciones de fármacos, drogas o sustancias prohibidas por la ley, que pudieran afectar o poner en duda su desempeño”. Nada que añadir a esta medida refrescante, sobre todo a la luz de la máxima política en la democracia: toda convivencia humana libre supone el principio de que “el poder debe controlar al poder”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario