miércoles, 11 de julio de 2012

Nuevo gobierno federal en puerta




Después de la elección y resueltos que sean los conflictos poselectorales por la vía de la legalidad, llegará el momento de los compromisos y de los deberes. Los ciudadanos cumplieron los suyos con notable civismo, y el nuevo gobierno deberá cumplir los propios del encargo con rigurosa limpieza y honestidad, porque quien gobierna no se ubica por encima de los ciudadanos ni goza de derechos especiales, antes bien, se somete a mayores obligaciones públicas dada la condición política, ética y humana en que se sitúan los servidores públicos, de cuyo cumplimiento deriva la fuente del prestigio público, o de su contrario, el desprestigio, cuando se actúa contra esos principios y reglas de conducta.

El Estado se caracteriza por la idea política de buscar fácticamente el equilibrio de los poderes públicos que lo integran, para que, en congruencia con su propia naturaleza, promueva el equilibrio social. Por eso no podemos quedarnos en el continuo debate de una transición política que se ha prolongado más de lo deseado en el tiempo, y que sólo produce una permanente reflexión que no alcanza a manifestarse en los hechos. La reflexión es necesaria, pero sólo es útil cuando da lugar a la acción. Gobernar es actuar; pero de la misma forma que de la parte no surge el todo, la sola actividad gubernamental no resolverá por sí misma la totalidad de la problemática social. El Gobierno necesita de su creador: los ciudadanos, para efectuar acciones de corresponsabilidad y de cogobierno que verdaderamente produzcan la mejora de la calidad de vida de las personas, niños, niñas, ancianos, hombres, mujeres, jóvenes y adultos, con respeto a sus valores étnicos y culturales, a sus tradiciones, creencias y costumbres.

La economía es importante, claro está, pero siempre que esté al servicio de las personas y no a la inversa, porque la estrategia económica no es un fin en sí mismo, sino un medio necesario para constituir una política social integral de salud, trabajo, alimentación, educación, vivienda, seguridad social y obra pública. La misión del gobierno y sociedad actuales es dejar a las futuras generaciones una herencia de hombres y mujeres, porque en su más puro sentido político, ser actual exige un esfuerzo por anticiparse a la realidad y concebir futuros posibles, para proponer esquemas de desarrollo que combinen el ámbito regional con el nacional, sin desconocer las transformaciones que suceden en el entorno global. Los mexicanos y su gobierno debemos aspirar a crecer en la democracia, sin adjetivos ni voluntades parciales, porque la superior responsabilidad del Estado es el desarrollo de la persona y la reivindicación de su dignidad, para alcanzar un verdadero desarrollo humano.

La razón histórica indica que los derechos humanos son garantías para toda sociedad abierta que aspira al desarrollo pleno de sus integrantes, de sus familias y de las instituciones. No se trata de ensayar propuestas extralógicas. Si en verdad practicamos las que tenemos podemos avanzar: el Estado mexicano tiene en el federalismo el acuerdo político para hacer posible la diversidad local, regional, social, cultural, política y étnica de la Nación, a la vez de posibilitar que compartamos identidad y conciencia nacionales. El federalismo es imperfecto, pero es el que tenemos y constituye el principio que corresponde materializar al nuevo gobierno federal en puerta. Cuestión de convicciones.

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