miércoles, 18 de julio de 2012

Política: ¿construir o destruir?




Construir políticas públicas desde el gobierno; construir acuerdos políticos en el congreso de la unión; construir mecanismos para que la fortaleza de las finanzas públicas se refleje en el diario vivir de los ciudadanos; construir diseños institucionales de mayor efectividad y contrapeso; construir un plan integral para la seguridad pública, la protección civil y la seguridad social; construir opciones educativas y laborales; construir y construir…¿o es que el significado del verbo construir produce confusión?...Fabricar, edificar, hacer de nuevo alguna obra o servicio, ordenar o unir cosas entre sí con arreglo a leyes, en conexión con predicados diversos …Destruir es su antónimo, que significa reducir a pedazos, aniquilar, deshacer, inutilizar lo que sea, malbaratando, malgastando inutilizando, estorbando u ocasionando daño grave. Esto último es muy fácil de hacer, las historias nacional, regionales, comunitarias, familiares y qué decir de las personales, tienen abundantísimas pruebas de ello; en cambio, lo otro, construir, es mucho más difícil. Tan sólo al opinar sobre casi cualquier cosa, es mucho más fácil expresar una crítica negativa que ofrecer una de carácter positivo para resolver alguna situación o problema. Pues bien, en el orden público administrativo y político social necesitamos urgentemente construir vías de acercamiento y resolución de problemas que provienen de disconformidades y faltas de acuerdo. Es cierto que el candidato perdedor en estas elecciones federales ofreció públicamente atenerse a las vías legales para resolver el conflicto electoral o los agravios que estima contrarios a sus intereses y los de su partido, pero también ya anunció medidas de resistencia civil para impedir que el ganador asuma el cargo que le disputa. Sólo por cuanto a lo primero está en su derecho, y sólo mientras no afecte el derecho de los demás, porque la legalidad supone procedimientos, hechos y pruebas, so pena de caer en contradicciones discursivas y de acción ¿o sólo son válidas y legítimas las elecciones en las que ganaron candidatos de su partido, y donde éstos perdieron son fraudulentas y oscuras? Es difícil, en términos lógicos, armonizar afirmaciones que se rechazan, pero aún más si se refieren a los mismos hechos y circunstancias. Si la política es construir y evitar la destrucción, entonces al ganador en estas elecciones federales le compete una tarea dos veces más difícil: tiene que gobernar para quienes votaron por él, pero también para quienes votaron por otra opción o francamente en contra suya; tiene que aperturar los mecanismos políticos de reconducción de la disputa pública para atender el descontento de la otra parte del electorado. Pero no de forma retórica, antes bien, todo intento de concordia política y social lo llevará al mecanismo de creación o recreación de instituciones públicas, fundado en las competencias que le otorga el marco institucional. Si hoy el IFE está a debate, abra que proponer las reformas constitucionales y legales para que nadie más pueda argüir que fallaron sus hombres o sus instrumentos. Si, en términos generales, la conducta de la institución electoral fue correcta, habrá que llevarla todavía a un plano superior de actuación, y esto se logra mediante un mecanismo muy hablado y poco practicado: reforma política, reforma del Estado o reforma constitucional. La construcción de instituciones públicas cuesta mucho como para permitir su destrucción a capricho. ¿No?

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