miércoles, 19 de diciembre de 2012

Colaborar es el verbo


Estamos alejados ya desde hace más de medio siglo de la idea original debida a Montesquieu de que la relación política entre los entes estatales –entiéndase, relación de poder- se funda en su división o separación, la cual fue sustituida por la de “colaboración”. En efecto, la noción original de este pensador, adoptada casi universalmente hoy día, es la de que toda construcción republicana requiere de dos elementos: a) Uno teórico, en el sentido de concebir al Estado como un poder indiviso, cuyo ejercicio o manifestación sin embargo se puede distribuir en la forma de función legislativa, administrativa y jurisdiccional (coloquialmente, los tres “poderes” legislativo, ejecutivo y judicial); y, b) la condición de la temporalidad en el ejercicio de los cargos públicos o del Estado que puede ocupar cualquier ciudadano, en oposición a la herencia o perpetuidad como criterios patrimonialistas para el ejercicio del poder. Esta es la base del sistema (relación entre los entes estatales) y del régimen (relación del gobierno con los ciudadanos) que está en la base del constitucionalismo occidental que postula las diversas formas de Estado (federal o centralista) y las de Gobierno (república o monarquía), cuyo entrecruce da lugar a una amplia tipología de notas para caracterizar a tal o cual formación política.

Traemos a colación estos supuestos fundamentales de las democracias de hoy, porque este es el segundo lunes en que el Presidente Peña da a conocer medidas importantes colaborativas para afrontar las propuestas de gobierno anunciadas en su discurso con motivo de la toma de posesión, y en el Pacto por México. Todo gobierno entrante tiene para sí, casi siempre, un bono de confianza que se apoya en la esperanza de mejorar o en la desesperación de lo sucedido antes, o en ambas cosas. El tamaño de ese bono es de muy difícil medición y las encuestas no se muestran todavía muy útiles para dimensionarlo, y tampoco puede asimilarse llanamente a una simple equivalencia con el número de votos obtenidos en la elección pasada. Sólo el tiempo y los resultados efectivos marcarán nuestra inclinación por la esperanza o por la desesperación social.

Pero el hecho de anunciar acciones de colaboración entre los diversos entes que integran la administración pública federal, y de ésta con los poderes legislativo y judicial; así como de colaboración del gobierno federal con los otros dos órdenes de gobierno (entidades federativas y municipios), deja la impresión de que existe una concepción política clara de la necesidad de un ejercicio colaborativo del poder, entendido como sistema, que permita dar sentido a las acciones de gobernabilidad y gobernanza en beneficio de la población, entendidas como régimen.

En efecto, el ensayo anunciado del Plan Anticrimen y de los seis Ejes contra la Inseguridad, fundado en la participación de los Gobernadores en coordinación con la Secretaría de Gobernación, para tratar el muy complejo fenómeno de la seguridad pública, procuración de justicia y regionalización del enfoque en cinco demarcaciones geográficas, así como la creación de la Comisión Intersecretarial de Prevención del Delito y la formalización de la Gendarmería Nacional, parecen abonar a la construcción de una política pública amplia que deberá combatir no sólo al delito, sino a la par evitar la improvisación y casuismo que han sido un cáncer de la acción gubernamental. Ojalá.

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