miércoles, 2 de enero de 2013

Nuevo Año


La muy reciente resolución senatorial americana que, técnicamente, impide el “precipicio fiscal” en EUA, alivia el impacto negativo que podría haber tenido en la economía mexicana el quiebre impositivo y la recesión en ese país, en el sentido de que todo fenómeno económico en EUA afecta al resto del mundo y, particularmente, a México, cuya economía se encuentra enormemente “norteamericanizada”, en la medida que geopolítica, industrial y comercialmente, la producción de bienes y servicios de América del Norte –Canadá, EUA y México- se ha ido integrando en un entramado complejo de interdependencia económica a la manera de un bloque, contractualmente reconocido en el comercio exterior como TLC. Que no nos correspondan los mejores beneficios o condiciones que resultan del mismo, es asunto diferente que no elimina esa realidad global. Hacia el interior, el panorama inmediato parece caminar, si por ello entendemos que las situaciones de fuente política dan contenido a la economía nacional. En efecto, en su amplitud, el concepto “Gobierno” implica la actividad que despliegan el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, a los que se suman los organismos autónomos de orden electoral, de fiscalización, de derechos humanos y de acceso a la información, porque éstos son entes estatales que contribuyen a “formar gobierno”, debido a la lógica de los frenos y contrapesos que resultan de la interacción entre poderes públicos y entes autónomos, según sus respectivas competencias. Nuestro país tiene, constitucionalmente, un régimen presidencial, lo cual significa que el Ejecutivo federal es un poder fuerte y, por tanto, es característico que de éste provengan las políticas públicas, la mayoría de las iniciativas legislativas y la acción administrativa general en la que incluye la relación con las entidades federativas y municipios del país. Que nuestro sistema y régimen políticos, como en EUA, sean de predominancia presidencial no nos hace mejor ni peores, como tampoco a los de orden parlamentario (Inglaterra, clásicamente) o semiparlamentario o semipresidencial (Francia, clásicamente), sencillamente es un dato formal y a la vez fáctico que caracteriza nuestra realidad actual y que procede de un proceso histórico concreto; es, sin embargo, el modo en que interactúan nuestras instituciones públicas con la sociedad entendida en términos nacionales y regionales, la que resulta objeto de toda atención. Y en este punto, el año nuevo abre con varias reformas de impacto estructural: la reforma laboral, la reforma educativa y la reforma administrativa, a la espera de la reforma fiscal y electoral que deben caminar en este año. Parece que la prioridad del nuevo gobierno es hacer política, porque de otro modo no se entienden los acuerdos gubernamentales y parlamentarios que han cuajado en las reformas señaladas. No sin ironía se ha dicho que después de un gobierno de “ocurrencias” (Fox) y otro de “cuates” (Calderón), ahora estamos en un gobierno de “políticos experimentados” y que eso explica las reformas logradas. Puede ser; aunque todo indica que la acción política ha dado primacía al cálculo de alcanzar los acuerdos posibles y no los de carácter ideal o unilateral, y si algo muestran las reformas es que las partes involucradas, en atención a su peso específico, han presionado y cedido para alcanzar lo posible. “Todos juegan”, pero no hay “toma todo”. Así vamos…por ahora.

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