En
otra ocasión hemos destacado el aserto del brillante historiador-abogado
mexicano, Don Edmundo O´Gorman, que en su momento señalara que conmemorar no
sólo es bueno, sino necesario cuando se trata de la historia social de un
pueblo y la construcción de identidad. Este es el sentido que posee la Ley
Agraria del 6 de Enero de 1915, que tuvo como antecedentes varias tesis
contenidas en el Programa del Partido Liberal floresmagonista (1906), del Plan
de San Luis Potosí, maderista (1910), y, por supuesto, del Plan de Ayala (1911),
zapatista. Así que, al menos, cuatro adjetivos la podrían calificar:
antiporfiriana, revolucionaria, agrarista y preconstitucionalista, que la
hicieron una bandera del proceso revolucionario iniciado en 1910. En efecto,
antiporfiriana fue porque su principal objeto era combatir el legendario
latifundismo acentuado durante el largo régimen del presidente Porfirio Díaz;
revolucionaria, porque su principal ideólogo, Luis Cabrera, y el Primer Jefe
del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza, enarbolaban el reparto
agrario y la tenencia de la tierra con tintes sociales, como motivo central de
la acción revolucionaria; agrarista, porque propugnaba por una redistribución
de la tierra productiva para introducir la propiedad colectiva, que permitiera
incrementar y socializar la producción misma del agro, fundándose en una
característica que daba identidad a la en ese entonces mayoritaria población
rural del país: la desposesión generalizada de medios básicos de subsistencia;
y preconstitucionalista, porque fue la precursora directa del artículo 27 de nuestra
Constitución Federal, que en 1917 estableció: “La propiedad de las tierras y
aguas…corresponde originariamente a la Nación…La Nación tendrá en todo tiempo
el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el
interés público…se dictarán las medidas necesarias para el fraccionamiento de
los latifundios; para el desarrollo de la pequeña propiedad;…para el fomento de
la agricultura ...Los pueblos, rancherías y comunidades que carezcan de tierras…tendrán
derecho a que se les dote de ellas, tomándolas de las propiedades inmediatas,…se
confirman las dotaciones de terrenos que se hayan hecho hasta ahora de conformidad
con el Decreto de 6 de enero de 1915.” Hoy, después de 17 reformas sucedidas
entre 1934 y 2011, el artículo 27 constitucional, mantiene su carácter
antilatifundista y al ejido y comunidades como figuras agrarias. La Ley Agraria
se suscribió en Veracruz y aquí –que sigue siendo un Estado agropecuario- tuvimos
agraristas emblemáticos como Úrsulo Galván, Cándido Aguilar y Adalberto Tejeda.
Por eso, que el gobierno federal y el local retomen la conmemoración conjunta
de esta fecha tiene mucho de raíz histórica y otro mucho de simbolismo político.
Volver los ojos al campo para lograr soberanía alimentaria, organización
productiva e industrialización limpia, sigue siendo una tarea revolucionaria,
aquí y en cualquier parte. El discurso de 3 de Diciembre de 1912 que Luis
Cabrera, impulsor de la Ley Agraria, leyera ante el Congreso, describió durísimas
realidades e hizo un análisis estrujante ¿Cómo no conmemorar el 6 de enero de
1915, para que tengamos presente que después de 98 años el campo sigue
emproblemado en abandono, pobreza y deudas, como un fuerte pasivo social de
primer orden en nuestro país?
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