miércoles, 20 de marzo de 2013

Los Recursos de la Nación: Petróleo y Telecomunicaciones


El artículo 27 de la Constitución Federal está de moda. En efecto, este dispositivo superior regula lo que se conoce como recursos naturales de la Nación: tierras, aguas y mares, plataforma continental y zócalos submarinos, bosques y selvas, minerales o substancias (en vetas, mantos, masas o yacimientos) hidrocarburos y, por supuesto, el espacio situado sobre el territorio nacional que de inmediato nos conecta con el asunto de la radiodifusión y las telecomunicaciones. En todos estos recursos, el dominio de la Nación es inalienable e imprescriptible, y su explotación, uso o aprovechamiento por particulares o sociedades sólo puede realizarse mediante concesión otorgada por el Ejecutivo Federal. Pues bien, los últimos días, rematados con las declaraciones del 18 de marzo pasado, hemos conocido iniciativas y festejos relacionados directamente con el artículo 27 mencionado. Por una parte, el pasado lunes el Presidente de la República declaró que Petróleos Mexicanos no se va a privatizar y que el Estado mantendrá la rectoría y el dominio originario en esta materia. Y apenas la semana pasada, también el Ejecutivo remitió al Congreso de la Unión su iniciativa de modificaciones a la Constitución Federal que, en materia de derechos humanos, radiodifusión, telecomunicaciones y competencia, propone la reforma y adición de varios artículos constitucionales (6°, 7°, 27, 28, 73, 78 y 94). La figura de derecho público permitida por la ley para que, a nombre del Estado, uno o más particulares presten servicios de carácter público, es la concesión. Tal sucede en el caso de la energía eléctrica, aguas, algunos sectores de la industria petrolera, así como radiodifusión y telecomunicaciones; aunque, por supuesto, sometidos a determinadas limitaciones o restricciones, y no de manera libérrima. Por cuanto a los hidrocarburos, el punto es de tanta magnitud económica e impacto político, que el Gobierno federal ha dejado clara cualquier duda: en esta materia, el Estado omitirá acciones o iniciativas que pongan en duda la inalienabilidad del petróleo y, bien visto, quedó zanjada toda discusión, con el consecuente beneficio político para la actual administración sobre un tema que no sólo dividiría a la opinión pública, sino a los partidos políticos y, por ende, pondría en tela de juicio al Pacto por México: unos lo llaman coherencia ideológica y de acción con las raíces propias, porque fue de los gobiernos revolucionarios priístas de la primera mitad del siglo pasado que surgió la expropiación petrolera; otros lo llaman simple pragmatismo político; y unos más, le dan el signo de cálculo político eficaz, porque esta posición trajo dividendos inmediatos para la reforma constitucional que sí es posible: la de la radiodifusión y las telecomunicaciones, que contó desde ya con el apoyo expreso y signado de los Grupos Parlamentarios del PRI, PAN, PRD y PVEM. Es decir, todo el aval político-legislativo para: garantizar el acceso efectivo a telecomunicaciones de clase mundial, crear órganos administrativos y jurisdiccionales para una adecuada competencia económica en radio, televisión, internet y telefonía, y el fortalecimiento pleno del derecho al libre acceso a la información y a la libertad de difusión. Esta iniciativa, pactada por todos los actores políticos, en el contexto de los últimos 15 años en nuestro país, resulta inusitadamente pactista y socialmente exitosa. ¿Cómo la ve?

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