miércoles, 16 de julio de 2014

Constituciones y Parlamentos


Los actuales sistemas políticos se basan, casi de manera absoluta, en la existencia formal de constituciones y parlamentos, como resultantes del consentimiento y del contrato social, y su existencia como tipo ideal ha vivido un proceso de universalización demostrable empíricamente. La existencia simbiótica de constituciones y parlamentos no sólo integra una tradición históricamente reciente que proviene de fines del siglo XVIII; sino que también representa un fenómeno real y contemporáneo, de geografía extensa y presencia cotidiana. Los datos fácticos hacen pensar en esta tendencia. Las constituciones son tan antiguas como las de Inglaterra (1215) o de la República de San Marino (1600), seguidas de las de Estados Unidos de América (1787), Noruega (1814) y Luxemburgo (1868); o tan nuevas como las de Angola (21 de enero de 2010), Bolivia (7 de Febrero de 2009) o Ecuador (28 de Septiembre de 2008), que son reformadoras o abrogatorias de sus antecesoras. Al corte del año 2013, en las 196 naciones del mundo existían asambleas políticas y 194 de ellas tenían constituciones. Las excepciones son el Sultanato de Omán y el Estado Islámico de Afganistán: el primero tiene un Parlamento de dos cámaras, el Majlis as-Shu-ra (83 miembros) y el Majlis al-Dawlah (41 miembros); el segundo, tiene una Asamblea Nacional compuesta por dos cámaras, la Wolesi Jirga (Casa del Pueblo) y la Meshrano Jirga (Casa de los Ancianos).

Ahora bien, si durante la primera mitad del siglo XX se aprobaron 15 constituciones, fue entre 1950 y el año 2000 que la tendencia a la “constitucionalización” se acentuó a tal grado que en esos cincuenta años se expidieron 150 constituciones, es decir, las dos terceras partes de las existentes en el mundo. Y en lo que va de la primera década del siglo XXI, se han aprobado 23 constituciones: más que entre 1215 y 1899 (larguísimo periodo en que se aprobaron 21 constituciones); o, si se quiere, se ha expedido un número mayor de constituciones nacionales en los primeros diez años del siglo XXI, que en los primeros cincuenta años del siglo XX (15 constituciones, de 1900 a 1949). Las cifras de 2001 a 2010 (23 nuevas constituciones) muestran que esta forma de contrato político y consentimiento social está presente como discurso o fuente de legitimación de los gobiernos constituidos -o que pretenden constituirse- mediante procedimientos internos de restructuración de sus respectivas formas de Estado y de sus formas de Gobierno. Así que constituciones y asambleas políticas son premisas prácticamente universales en el discurso reformista de las sociedades políticas del mundo actual, y conforman el perímetro o territorio de estudio en el que sociólogos y politólogos ingresan para perfilar la efectividad o inefectividad del funcionamiento de las denominadas instituciones republicanas o monárquicas, centralistas o federalistas, democráticas o autoritarias; los binomios parecen multiplicarse ad infinitum, en atención al grado de “democracia real” o “democracia ideal” en cada contexto nacional: eficiencia vs corrupción; elecciones libres vs. elecciones manipuladas; gobiernos pluripartidistas vs. gobiernos monopartidistas. Así que vale preguntarse si parlamentos y constituciones están en fase de universalización. Interesante ¿no?

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