miércoles, 6 de agosto de 2014

¿Qué es la Política?


Esta es una pregunta esencial a la que diversos autores se han referido a lo largo de la historia, desde Platón y Aristóteles en Grecia, Polibio y Cicerón en Roma, Maquiavelo y Bodin en el Renacimiento, Hobbes y Locke en el siglo XVII, Rousseau y Montesquieu en el siglo XVIII, hasta llegar a los numerosos autores del siglo XX: Weber, Sabine, Dahl, Chevalier, Arendt, Bobbio, Sartori, Chatelet, Wolin, y un listado abundante de estudiosos, acorde con el desarrollo de las ciencias sociales y la dureza y conflicto mundiales vividos en el último siglo, en que se sufrió el totalitarismo más descarnado y masivo de toda la historia humana, los efectos continentales de la Guerra Fría, así como la llegada de una lógica trasnacional de carácter unipolar y de globalización de la economía, con los problemas de ensamble del respeto a las libertades humanas y del constitucionalismo democrático. ¿Qué es la política? Si bien puede haber cercanía de enfoques, al mismo tiempo que diferencias de orientación, antes de caer en la simpleza evasiva de que la política es el estudio del poder, habría que preguntarse –como lo han hecho algunos destacados autores– sobre la naturaleza o sustancia de ambos conceptos: política y poder. Acudamos a uno de ellos. Hannah Arendt cuestiona la pregunta “¿Qué es la política?” y las respuestas que provienen de la tradición, porque para comprender su sentido debemos intentar saber el sentido de las actividades humanas. En primer lugar, la política no tiene sustancia, no es un “algo” que se pueda tocar o que tenga existencia propia; nace de la pluralidad, de la diversidad, de la convivencia y del conflicto, no del “hombre” sino entre los “hombres”, de esa experiencia de vida que involucra agregados humanos que entablan relaciones de necesidad, caóticas de inicio, a las que le siguen la organización de las acciones que nunca son idénticas o uniformes y, por tanto, poseen características de nacimiento y contingencia que hacen impredecible la acción humana, dado que ésta representa siempre y en cada momento el inicio de una cadena de acontecimientos. Por eso, la libertad humana nace de la pluralidad, y siempre es un elemento frágil que se comparte para crear un espacio público que se nutre de palabras y acciones. Cuando toda esta caracterización se convierte en discurso, se llega a la noción de “Política”, donde lo público significa “mundo común” y, entonces, la esfera pública no se puede desligar de los conceptos de libertad y de igualdad. Esencialmente, la “Política” no es un objeto, sino una relación; y como la “Política” es de naturaleza relacional, toda vez que los hombres no son iguales por naturaleza, se requiere de una institución política que los haga llegar a serlo: las leyes, que constituyen un acto político de creación colectiva que no buscarían reducir la pluralidad en algo idéntico o uniforme, sino generar una igualdad básica entre aquellos que son diversos, para lograr que surja una dimensión de pertenencia y comunidad. Luego, la “Política” es la palabra que utilizamos para referirnos a la interacción y trama de las relaciones de los seres humanos: “La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos… el hombre… sólo existe o se realiza en la política con los mismos derechos que los más diversos se garantizan”. La Política es una garantía voluntaria de y para los hombres, y de comprensión de la acción humana plural y diversa. Seguiremos.

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