Francisco Ignacio Madero no sabía, cuando escribió
“La sucesión presidencial en 1910”, que su libro sería, históricamente, uno de
los escritos genuinamente considerados como antesala de la revolución mexicana;
porque ésta, a su vez, inició formal y materialmente, el 20 de noviembre de
1910, conforme a otro escrito fundamental para la causa revolucionaria, redactada
en forma de plan: El Plan de San Luis. El tercer escrito con que la revolución
triunfante alcanzaría su máxima expresión sería el aprobado por un congreso
constituyente: la Constitución de 1917. De Coahuila a San Luis Potosí, y de ahí
a Querétaro, fue la “ruta” de los muchos epónimos revolucionarios que conocemos
–si bien el libro de 1908 no fue llamado “de Coahuila”– como una forma
geográfica de calificar políticamente los textos o las acciones revolucionarias
Krauze apunta que, en “La sucesión”, Madero abordó “los
males históricos de México y la forma de curarlos” En alusión directa al
Porfiriato, Madero decía que esa treintena de años de gobierno evidenciaba claroscuros:
avance de la riqueza material y paz; pero también excesiva concentración de
poder y analfabetismo galopante, todo disfrazado de apariencia republicana y
una inexistente democracia. En suma, un Gobierno de apariencias encaminado a un
precipicio social. De la larguísima reelección de Porfirio Díaz, Madero sacaría
sus ideas antireeleccionistas. En efecto, después de su libro, que tenia
propósitos prácticos, Madero concluyó que debía crearse un partido político,
que en 1910 se constituiría como Partido Nacional Antireeleccionista, con el
que Madero y Francisco Vázquez Gómez, serían los candidatos para las elecciones
presidenciales de 1910. Siendo candidato, fue aprehendido y recluido -acusado
de rebelión- en una prisión de San Luis Potosí, de donde huiría a San Antonio
Texas para redactar el Plan, fechado todavía en San Luis Potosí, con el que se
convocó a la lucha armada. La muerte de los hermanos Serdán en Puebla; el éxito
de la rebelión en Chihuahua, Sonora, Durango y Coahuila, que posibilitaron su
regreso al país en 1911; la firma de los Tratados de Ciudad Juárez; y el
surgimiento de nuevos líderes como Pascual Orozco, Pancho Villa y Emiliano
Zapata; llevarían al exilio de Díaz. Madero arrollaría en las elecciones de
octubre de 1911, y gobernaría hasta su muerte en febrero de 1913.
Con su muerte iniciaría la fase armada que echaría a
andar la Revolución Mexicana, y a la creación del Ejército Constitucionalista
cuyo Primer Jefe sería Venustiano Carranza. La fase armada generalizada terminaría
con la aprobación de la Constitución de 1917, aunque seguirían encuentros
violentos durante la lucha posrevolucionaria por el poder. Los tres escritos, dos
previos a la Revolución y uno que la culminó- son una base político ideológica
que dio expresión, no obstante las diversas facciones, al proceso
revolucionario, bajo la premisa de recuperar el sentido de la Constitución de
1857, transformada con la nueva de 1917, después de la cual vendría la
posrevolución, con sus puntos de quiebre en 1968, 71, 77, 88, 97 y en el año
2000. La transición parece no acabar y en 2014 estamos viviendo un largo drama
de injusticia y pasivos sociales. De la Constitución del 17 no queda mucho
después de 605 reformas, si consideramos que se compone de 136 artículos. ¿Qué
sigue?
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