jueves, 20 de noviembre de 2014

20 de noviembre: Escritos y Revolución


Francisco Ignacio Madero no sabía, cuando escribió “La sucesión presidencial en 1910”, que su libro sería, históricamente, uno de los escritos genuinamente considerados como antesala de la revolución mexicana; porque ésta, a su vez, inició formal y materialmente, el 20 de noviembre de 1910, conforme a otro escrito fundamental para la causa revolucionaria, redactada en forma de plan: El Plan de San Luis. El tercer escrito con que la revolución triunfante alcanzaría su máxima expresión sería el aprobado por un congreso constituyente: la Constitución de 1917. De Coahuila a San Luis Potosí, y de ahí a Querétaro, fue la “ruta” de los muchos epónimos revolucionarios que conocemos –si bien el libro de 1908 no fue llamado “de Coahuila”– como una forma geográfica de calificar políticamente los textos o las acciones revolucionarias

Krauze apunta que, en “La sucesión”, Madero abordó “los males históricos de México y la forma de curarlos” En alusión directa al Porfiriato, Madero decía que esa treintena de años de gobierno evidenciaba claroscuros: avance de la riqueza material y paz; pero también excesiva concentración de poder y analfabetismo galopante, todo disfrazado de apariencia republicana y una inexistente democracia. En suma, un Gobierno de apariencias encaminado a un precipicio social. De la larguísima reelección de Porfirio Díaz, Madero sacaría sus ideas antireeleccionistas. En efecto, después de su libro, que tenia propósitos prácticos, Madero concluyó que debía crearse un partido político, que en 1910 se constituiría como Partido Nacional Antireeleccionista, con el que Madero y Francisco Vázquez Gómez, serían los candidatos para las elecciones presidenciales de 1910. Siendo candidato, fue aprehendido y recluido -acusado de rebelión- en una prisión de San Luis Potosí, de donde huiría a San Antonio Texas para redactar el Plan, fechado todavía en San Luis Potosí, con el que se convocó a la lucha armada. La muerte de los hermanos Serdán en Puebla; el éxito de la rebelión en Chihuahua, Sonora, Durango y Coahuila, que posibilitaron su regreso al país en 1911; la firma de los Tratados de Ciudad Juárez; y el surgimiento de nuevos líderes como Pascual Orozco, Pancho Villa y Emiliano Zapata; llevarían al exilio de Díaz. Madero arrollaría en las elecciones de octubre de 1911, y gobernaría hasta su muerte en febrero de 1913.

Con su muerte iniciaría la fase armada que echaría a andar la Revolución Mexicana, y a la creación del Ejército Constitucionalista cuyo Primer Jefe sería Venustiano Carranza. La fase armada generalizada terminaría con la aprobación de la Constitución de 1917, aunque seguirían encuentros violentos durante la lucha posrevolucionaria por el poder. Los tres escritos, dos previos a la Revolución y uno que la culminó- son una base político ideológica que dio expresión, no obstante las diversas facciones, al proceso revolucionario, bajo la premisa de recuperar el sentido de la Constitución de 1857, transformada con la nueva de 1917, después de la cual vendría la posrevolución, con sus puntos de quiebre en 1968, 71, 77, 88, 97 y en el año 2000. La transición parece no acabar y en 2014 estamos viviendo un largo drama de injusticia y pasivos sociales. De la Constitución del 17 no queda mucho después de 605 reformas, si consideramos que se compone de 136 artículos. ¿Qué sigue?

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