jueves, 21 de mayo de 2015

Dislates Electorales



Dislate significa disparate y es sinónimo de desatino, imprudencia o desacierto; es decir, algo que todos cometemos en algún momento, en nuestro entorno de vida personal, familiar, escolar, laboral, en fin… por lo regular cuando somos niños o jóvenes, aunque la etapa adulta no está exenta de ello. Evitar los dislates o disminuirlos tiene que ver con aquello que decía un anciano respetable: “la madurez es la suma de los dislates cometidos en nuestra vida, que estamos dispuestos a no volver a cometer”. Mucho ayuda la formación familiar, académica y los valores sociales, sumados a una buena dosis de humildad y honestidad. Cuando algo de esto nos falta, es de esperarse que cometamos dislates. No sabemos cuáles de estas condiciones o cualidades le falten al presidente del Instituto Nacional Electoral, pero las expresiones de burla y mofa que emitió, en charla telefónica con el secretario ejecutivo de esa institución, sobre un líder indígena con quien se entrevistó “en una reunión celebrada en las instalaciones del Instituto”, son un auténtico dislate. Él ha reaccionado presentando denuncia por intervención telefónica de una conversación privada y ofreció “una disculpa franca y sin rodeos a quienes se hayan sentido ofendidos por mis comentarios ilegalmente obtenidos”. El audio o la transcripción de los comentarios hechos “de manera desafortunada y poco respetuosa” –como los califica el autor– y su disculpa, que están en numerosos medios de difusión, escrita o electrónica, han generado todo tipo de opiniones en su contra. Reza el dicho que la iglesia no castiga el pecado, sino el escándalo; y el escándalo requiere de una condición inherente al mismo: ser una persona pública. Y no hay duda de que el presidente del INE es una persona pública y aún más en tiempos electorales, porque preside el órgano máximo de gobierno de una institución cuyos miembros fueron elegidos congresionalmente por contar con preparación, trayectoria y cualidades para desempeñarse como árbitros de las contiendas electorales en nuestro país.

Diversos periodistas apuntan que el presidente del INE se expresó de forma “despectiva y groseramente”, “fue políticamente incorrectísimo”, de “mofarse de manera lamentable”, de “lamentables comentarios”, “se le escucha burlarse de un líder indígena”, “se burló de un dirigente indígena”, “se burló de cómo hablaba un indígena”, de “postura discriminatoria, racista, de superioridad global”, por citar algunos. Según se anota, los comentarios “desafortunados” sucedieron después de la presentación en el INE de la “Guía para la acción pública: elecciones sin discriminación”. Cometer un disparate es malo para cualquiera, pero cometer dos es lapidario. El segundo disparate fue la disculpa, porque el presidente de la institución quiso minimizar el contenido de la grabación de la plática que sostuvo con el secretario ejecutivo de la misma, exaltando que se trató de la “intervención y difusión ilegal de una llamada telefónica privada”, que se hizo la denuncia ante la PGR y diciendo que su “respeto a los derechos indígenas ha sido patente a lo largo de mi trayectoria como académico y como servidor público” (quizá lo era, antes de este miércoles). Esperaremos a mejores tiempos para utilizar letras mayúsculas al referirnos a los cargos de presidente y secretario ejecutivo de esa institución nacional electoral. ¿Le parece?
 

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