En el contexto de los
sistemas políticos de corte democrático, por Estado se entiende al Estado de
Derecho, lo cual significa que el Estado es, históricamente, el modo moderno o
contemporáneo de organización del poder, a través de un ente que se sujeta a un
orden constitucional. Por tanto, Estado y Derecho se tienen como origen y
destinos mutuos, es decir, “dialogan” entre sí o, al menos, el supuesto es que
deben tener una relación dialéctica a partir de la cual se instituyen los
gobiernos nacionales o subnacionales. Pero el Estado de Derecho tiene una clase
más de diálogo, relación o interdependencia, con otro elemento llamado
Ciudadanía que también es origen y destino del Estado de Derecho, porque existe
un conjunto de personas que ejercen sus derechos políticos, sobre todo aunque
no únicamente, mediante el sufragio, para la renovación y constitución
periódica de los órganos del Estado –Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Municipios
y Organismos Autónomos– y, por tanto, cuando los ciudadanos hacen uso del
atributo de la “Ciudadanía” actúan entonces en un plano de coordinación
política con el Estado. Por ejemplo, cuando clásicamente sufragamos en
cualquier jornada electoral, en el momento mismo en que estamos cruzando la
boleta electoral y depositándola en la urna correspondiente, justo en ese
momento somos “Estado”, e inmediatamente dejamos de serlo después de emitir el
sufragio.
Así pues, la acción
individual o colectiva del ejercicio de la Ciudadanía es verdaderamente
instantánea y, después, el ciudadano vuelve a una condición pasiva en el disfrute
de sus derechos políticos, porque las elecciones son periódicas y se realizan
cada determinado número de años (3, 4 ó 6 años). Debido a que ésta se ha
considerado, por diversos politólogos, una forma francamente efímera de
Ciudadanía en términos reales, también se hace uso, con diferente impacto e
interés, de los derechos de petición, reunión y libre manifestación o expresión
de las ideas. No obstante, quienes abogan por una mayor participación ciudadana
o control social respecto de la acciones de Gobierno, no estima suficiente este
conjunto de elementos y consideran que los ciudadanos deberían contar con
mayores elementos de participación política activa, algunas de las cuales se
han prefigurado ya en las formas de democracia directa o semidirecta:
referéndum, plebiscito, iniciativa popular o revocación de mandato.
Hoy por hoy, se dice que la
mejor manera de ampliar la participación ciudadana en un Estado de Derecho, es
mediante una reforma política amplia que, sustantivamente, abra el sistema de
partidos y amplíe las candidaturas independientes, para moderar el monopolio
que sobre las postulaciones a cargos de elección popular se ha depositado en el
sistema de partidos políticos, bajo el supuesto constitucional de que son
organizaciones de ciudadanos que contribuyen a la integración de representación
nacional y al ejercicio del poder público. Por ello, se estima que la reforma
política que viene, entre otros puntos, deberá ampliar las posibilidades de
participación política activa de la Ciudadanía. ¿Se hará?
La participación ciudadana es fundamental para que el "Estado" y sus poderes, tengan certidumbre de las demandas que exige la sociedad al día a día. Me molesta mucho cuando la gente se pavonea de decir que es apolitica, esto es un gesto de irresponsabilidad con tu país, la ciudadanía también tiene la responsabilidad de informar al Estado a través del legislativo lo que demanda, si esta clase de dialogo como usted comenta, o relación se distancia y se ausenta, se presume que el "barco" esta a la deriva, sin objetivo, sin mapa. Excelente articulo Doctor.
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