miércoles, 9 de octubre de 2013

Educación Superior



Se ha dicho que los números impactan sólo a los números y esto es verdad, como aforismo, para el caso de la educación nacional y estatal en sus diversos niveles. Las cifras son referentes cuantitativos que requieren de interpretación o explicación causal, perono hay duda de que la tasa de crecimiento de la población durante el apenas terminado siglo XX, pirámides poblacionales, cohortes específicas y variados indicadores socioeconómicos nos demuestran que las proyecciones demográficas nos alcanzaron: los números de antes son las realidades de ahora.Y esta relación proyección-realidad estuvo separada por un lapso de 20 años. Las principales estimaciones demoeducativas que relacionaban el comportamiento poblacional en general con la demanda educativa en particular, fueron realizadas en 1980. Su exactitud para determinar que en el año 2000 viviríamos un descenso importante de la población en edad de escolaridad básica y que, por el contrario, la de edad en escolaridad media superior y superior crecería sustancialmente, era un indicador cuantitativo de los problemas de orden cualitativo que enfrentaríamos con el inicio del nuevo siglo. Por ejemplo, desde 2001, como resultado de un ejercicio de proyección hacia el 2025, con una población estimada de 130 millones de mexicanos, Martínez, Seco y Wriedt -en “Futuros de la Universidad”- han hecho uno de los escenarios menos halagüeños; aunque, por supuesto, como tal, el escenario hipotetizado es susceptible de modificaciones según la moderación o exaltación de variables, como, por ejemplo, la repercusión de la organización económica mundial sobre el modelo económico adoptado, o los niveles de bienestar y grados de desigualdad de la población. Sin embargo, conforme a estos autores, la desigualdad relativa al conocimiento y las nuevas tecnologías tiene una previsión clara: “El poder de las naciones se fundamenta cada vez más en la posesión del conocimiento; la tecnología es ya uno de los medios principales para garantizar la preservación de los recursos naturales y del medio ambiente, así como factor de mejoramiento de la calidad de vida. El desarrollo de México, por lo tanto, dependerá de su nivel de avance ya sea para producir innovaciones tecnológicas, para asimilar tecnologías importadas o para convertirse en un mero usuario de tecnología extranjera”. A querer o no, tanto en el contexto nacional como en el local, es indudable que resulta clave el estudio longitudinal y transversal de la cantidad y calidad de los servicios educativos en el nivel superior, pues el conocimiento de las series históricas y actualidad de la matrícula permite la obtención de índices de cobertura educativa, sobre todo del grupo de población de 18 a 25 años de edad, así como el análisis de la eficiencia terminal del subsistema basado en la relación ingreso-egreso, capacidad de retención escolar y, por supuesto, la previsión de situaciones futuras de demanda de servicios educativos, tanto en el mediato como en el largo plazo. Objetivamente, donde sea, la educación superior es considerada como motor real de desarrollo nacional y genuino factor de movilidad social, y el descenso de la tasa de crecimiento poblacional no impedirá la fuerte demanda de servicios educativos en este nivel, como se observa en el espectacular crecimiento de la matrícula y del número de instituciones públicas y privadas de educación superior. ¿Vital o no?

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