Bobbio ha señalado que, generalmente,
se asocia el término “conservadurismo” con aquello que es “tradicional”,
“reaccionario”, “autoritario” o de “derecha”, a menudo, ligado con supuestos
religiosos que sirven para justificar un status quo ahistórico, estático e
inmutable; por añadidura, se le enruta en todo aquello que se opone al cambio y
al progreso y, debido a esto, se le coloca como opuesto al liberalismo. A
diferencia de éste último, el conservadurismo posee un equipamiento teórico más
débil, no obstante se le relacione con pensadores como Hobbes, pero una carga práctica
notable que se hizo patente sólo al enfrentarse a su contrario, el liberalismo,
afín éste a las ideas de cambio, radicalismo y progreso. Sin embargo, no necesariamente
hay una oposición absoluta entre ambas posturas, después de todo a fines del
siglo XVIII y principios del XIX notables conservadores, como Burke, eran
afectos a las mismas ideas de libertades civiles, democracia y librecambio
surgidas históricamente del enciclopedismo del llamado Siglo de las Luces, aunque
manteniendo el señorío del Estado fuerte, vertical o central. En nuestro país,
el conservadurismo mexicano tuvo en Lucas Alamán y Martínez Leal a los
principales ideólogos de una generación de políticos, pensadores y militares
que fueron derrotados por el ala liberal en la Guerra de Reforma -que ubicó en
José María Luis Mora y Juárez a sus más representativos exponentes- después de
casi medio siglo de vaivenes y enfrentamientos entre bandos; cuestión que,
además, se engarzó con la oposición entre centralistas (en el que se incluía a
imperialistas) y federalistas, llegándose a crear una inexacta equivalencia
entre centralismo y conservadurismo. Para Aguilar Rivera, el Lucas Alamán que
ha quedado capturado en la imaginación popular es el que al final de su vida
escribiría: “deseamos que el gobierno tenga la fuerza necesaria para cumplir
con sus deberes, aunque sujeto a principios y responsabilidades que eviten los
abusos, y que esta responsabilidad pueda hacerse efectiva, y no quede ilusoria.
Estamos decididos contra la federación; contra el sistema representativo por el
orden de elecciones que se ha seguido hasta ahora; contra los ayuntamientos
electivos y contra todo lo que llama elección popular, mientras no descanse
sobre otras bases”. Su contraste sería el Dr. Mora: “Nada más importante para
una nación que ha adoptado el sistema republicano inmediatamente después de
haber salido de un régimen despótico y conquistado su libertad por la fuerza de
las armas, que disminuir los motivos reales o aparentes que puedan acumular una
gran masa de autoridad y poder en manos de un solo hombre…el amor al poder,
innato en el hombre y siempre progresivo en el gobierno, es mucho más temible
en las repúblicas que en las monarquías”. Al punto, Krauze escribe: “Mora
pensaba en el futuro como un proceso de liberación. Alamán como uno de
preservación”. Por eso quizá sea un poco menos inexacto y todavía más
aproximado decir que en México no ha habido izquierda ni derecha; antes bien
hemos tenido liberales y conservadores, sin inferir de ello, acríticamente, que
se trate de progresistas contra reaccionarios, porque sus propios fundadores
históricos eran mexicanos probados. Sin duda.
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