jueves, 9 de abril de 2015

Elecciones 2015


Agotado el periodo de precampaña para determinar las postulaciones de los candidatos a los cargos de elección popular federales, así como los locales y municipales donde corresponda, inician las campañas francas en búsqueda del voto de los ciudadanos. En este punto, lo tradicional está formado por las candidaturas de los partidos políticos, en tanto que lo novedoso son las candidaturas independientes. A su vez, la “bolsa” de responsabilidades u obligaciones electorales está formada por: los sujetos, que son realmente la propia institución electoral (INE), los institutos políticos (10 partidos nacionales) y los candidatos (de partido o independientes); los elementos instrumentales, característicamente el financiamiento público (5,356 millones de pesos, de los cuales 23.5 millones se destinan a los candidatos independientes) para actividades ordinarias, gasto de campañas, actividades de educación cívica e investigación, franquicias postales y franquicias telegráficas; una legislación electoral atomizada e imprecisa, que ahora tenemos que llamar “nacional”; así como por acciones de difusión colectiva de spots y mensajes con contenidos de propaganda partidaria, y una combinación de “antiguos” y “noveles” funcionarios electorales que en no pocas ocasiones acusan falta de oficio, desconcierto o, de plano, desacierto. Mucho se ha dicho que el proceso electoral de este año será una prueba de fuego para el INE y la legislación electoral, sobre lo cual no hay duda; en tanto que la obtención de los cargos de elección popular, según las siglas partidarias de que se trate, pasará por el tamiz de la lectura que la ciudadanía tenga de las expectativas y oferta política que reciba, y por el conocido comportamiento de la abstención que, en términos relativos, se incrementa cuando se trata de elecciones “intermedias”, es decir, cuando no se elige al presidente de la República y sólo a los legisladores federales. Por su parte, el ensayo de las candidaturas independientes se advierte en evidente desproporción, de “funestas” consecuencias para este tipo de candidatos, acorde con el antiguo/nuevo adagio internacional de que “las elecciones se ganan con recursos”. Son 2,159 cargos de elección popular los que estarán en juego a mediados de este año y todo parece indicar que tendremos unas elecciones con un mayor número de encuestas, mayor número de observadores electorales y, naturalmente, un padrón electoral más amplio de más de 80 millones de personas, en las que predominan las mujeres con un diferencial de 2.5 millones arriba de los hombres; lo que permite comentar que, en esta elección, por primera vez las candidaturas se sujetarán a la igualdad de hombres y mujeres en la postulación a los cargos de elección popular, en reconocimiento a variables demográficas, histórico-sociales, culturales y económicas. Pero, además, las elecciones de este 2015 constituyen el “banderazo” para la puesta en práctica de la reelección de los cargos de diputados (federales y locales) y senadores, porque quienes sean electos y triunfen en este proceso electoral, podrán a aspirar a reelegirse para el trienio o sexenio que empiece en 2018, una vez que el casi mítico principio de “no reelección” –que caracterizó toda una época política en nuestro país– fue sustituido por el de reelección relativa o limitada. No se ve fácil este año. ¿Eh?

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