jueves, 23 de julio de 2015

EUA-CUBA


Desde antes de la histórica crisis de los cohetes rusos, que se ubicaron en Cuba en 1962, hasta este año de 2015, por más de 50 años la “Revolución Cubana” y la “Democracia Americana” mantuvieron sus relaciones internacionales rotas. Dice Hobsbawm que lo que sucede en nuestro tiempo de vida individual siempre es un recuerdo más o menos vívido de nuestras experiencias personales o colectivas, pero cuando sucede antes de nuestra biografía es Historia. Hoy día, para las generaciones nuevas puede resultar poco comprensible la relevancia de que EUA y Cuba hayan reanudado relaciones, y que apenas en este mes de julio de 2015 Cuba haya abierto su embajada en el número 2630 de la Avenida 16 de Washington DC. En efecto, la Revolución Cubana de Fidel Castro de 1959, símbolo en el continente americano del enfrentamiento que en esa época tenían Estados Unidos (occidente) y URSS (oriente) –mejor conocido como Guerra Fría–, y que dio lugar a la Cortina de Hierro (división entre los países de Europa Occidental y Oriental, agrupados en torno a uno u otro polo), trajo consigo eventos de enfrentamiento como la ruptura de relaciones en 1961, el bloqueo económico de la Isla, la salida de Cuba de la OEA (Organización de Estados Americanos), y la invasión de emigrados anticastristas en Bahía de Cochinos o Playa Girón en abril de 1961.

Politólogos, historiadores y sociólogos han señalado los años de 1989-91 como el término de ese largo periodo de Guerra Fría, significado por la caída del Muro de Berlín, la disolución de la URSS y el ascenso de la hegemonía económica de Estados Unidos. Estas fechas debieren tener una extensión hasta este año de 2015, como colofón del último vestigio de Guerra Fría que quedaba, por agotamiento del modelo de duopolio internacional que representaron EUA-URSS en general, y por el agotamiento de la Revolución Cubana en lo particular, que como todo movimiento revolucionario siguió la suerte de éxito y declive de sus líderes. Tal el caso de Fidel Castro. Indiscutiblemente, el éxito de la reanudación de las relaciones deben compartirlo esos dos países, pero es Barack Obama, el presidente americano, a quien se debe más, mucho más, con toda justicia.

Por supuesto, existen apologistas y detractores de la oficialización de las nuevas relaciones diplomáticas. No hay duda que la relación bilateral significa una nueva era para ambos países, y que no estará exenta de altibajos provenientes de las condiciones vividas en el último medio siglo. Si Cuba es importante en términos geopolíticos, más lo es en el orden geoeconómico, y en este último rubro representa una oportunidad para las empresas americanas y para el empleo en Cuba. El pueblo de Cuba ha ido desde la reciedumbre hasta el hartazgo. Como toda revolución, la cubana se vio afectada por el cambio generacional y su gente se encuentra hoy día distante de los cantos revolucionarios, mitos y verdades de sus orígenes, más preocupada por la escasez de oportunidades y de satisfactores para la vida diaria, con una economía nacional muy difícil después de tantas décadas del bloqueo económico. Y, por otra parte, esto mismo ha resultado costoso para EUA, por considerarse una injusticia incompatible con los criterios internacionales de democracia y libertad. Bien.

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