jueves, 6 de agosto de 2015

Ley y poder


Tanto en el Derecho como en la Política, consideradas como teoría y campo de estudio, respectivamente, de la ley y el poder, hay tradiciones. Una de ellas es la de que el derecho es, simplemente, una forma de expresión del poder y, por tanto, un instrumento de él. Otra forma de concebir la relación es que el derecho es la condición de la existencia del poder o el límite del mismo. Teorías más, teorías menos, nadie ha podido resolver a cabalidad si el poder prima sobre la norma o, al contrario, la norma prima sobre el poder. Y esto tiene una explicación, al menos de orden factual: la praxis que resulta de la teoría jurídica y de la teoría política siempre entran en tensión, en indisposición o, de plano, en colisión.

En la vida, cotidiana o excepcional, siempre se pueden encontrar ejemplos de aplicación o instrumentación de supuestos jurídicos que se cumplen; pero también el caso de presiones de sujetos que detentan una fuerza materialmente extrajurídica, que modifican o impiden la aplicación de la ley. La realidad de estas dos formas extremas se ha manifestado a lo largo de la historia, así de los hechos como de las ideas: con predominio del poder extrajurídico sobre la norma legislada en el ámbito fáctico; e, inversamente, con predominio de la legislación sobre el poder arbitrario en el ámbito de las ideas.

Pero el mundo ha cambiado y con ello las teorías. La contraposición arriba anotada ha existido desde la antigüedad hasta principios del siglo XX. En esos 2400 años, contados a partir del 500 a. C., la población pasó de 100 millones habitantes en todo el mundo, a 1,650 millones en el año 1900. La ONU calcula que la población mundial en el año 2015 es de 7,325 millones, y sigue creciendo. No hay ninguna duda que la población es el campo humano sobre el que se despliegan las manifestaciones de la ley y del poder. Por eso, tampoco hay duda que el debate que anotamos ha tomado derroteros de enorme necesidad: ¿Quién puede pensar en controlar a esa inmensa población sólo con la práctica del poder y no con la del derecho?

Juristas y politólogos han acuñado la expresión “poder reglado”, para aludir a la concepción de que a toda expresión de fuerza de mando sobre las personas y las cosas, le viene bien su sujeción al cauce previsto en cuerpos legales autorizados por asambleas políticas, representativas de la soberanía popular constituida por personas con derechos políticos. Los más de 7 mil millones que somos en el mundo conformamos una portentosa soberanía mundial, dividida, empero, en poco menos de 200 sub-soberanías, que eso son los 196 países del mundo que, con diferente éxito, cuentan con una organización política en la que existen congresos o parlamentos que han constitucionalizado (al menos en 194) o dado formato jurídico a derechos humanos y al acotamiento de la actuación de la autoridad. Dicho de otro modo, la teoría y praxis en boga se inclina por el poder reglado. Bien ¿o no?

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