La reforma laboral vivió este lunes la aprobación en comisiones del
dictamen relativo y hoy martes (ayer) su discusión plenaria por los Senadores. Los
Diputados aprobaron la reforma con el voto de PRI y PAN, sobre todo; pero éste
último, en la Cámara de Senadores, varió su criterio y se unió al PRD para proponer
modificaciones al dictamen, que no prosperaron en las comisiones legislativas
senatoriales, las cuales respetaron la minuta enviada por los Diputados. Así
pasó el dictamen al Pleno. Del total de los 128 Senadores, el PRI tiene 54, el
PVEM 7 y Nueva Alianza 1, que iban en favor del dictamen aprobado en
Comisiones; mientras que el PAN con 38, PRD 22, PT 5 y Movimiento Ciudadano 1, tenían
una mayoría de 66 votos en contra. El debate se centró en las disposiciones relativas
a transparencia y democracia sindical que antes comentamos, en nuestra
colaboración del 19 de octubre pasado. Si al
momento de publicarse este artículo, ya se conocen los resultados de la
votación (aprobando el dictamen en sus términos, o devolviéndolo con cambios a
la Cámara de Diputados), no resulta ociosa la valoración del trasfondo del
dictamen legislativo, más allá de las normas legales y reglamentarias que rigen
el debate, la votación y la aprobación de decretos que modifican ordenamientos
legales.
Así que por cuanto a régimen, reglamentos y prácticas parlamentarias, no habría
nada de fondo que discutir. En cambio, el sentido del debate radica en la
iniciativa de origen enviada por el Presidente, anunciada sagazmente como
novedosa y democrática para el ámbito sindical. Sin entrar aún en valoraciones
éticas, habría que señalar al menos un gazapo, como prueba de que nunca existen
normas ideológicamente neutras, sino propuestas cargadas de la intención
política de quien las presenta. A los sindicatos afines al PRI o al PRD se les
puede acusar exactamente de los mismos vicios o aciertos, en esto no hay
diferencia, sino distinta cobertura numérica de agremiados; mientras que el PAN
no tiene un solo sindicato en su favor, por su acentuada postura pro
empresarial a ultranza. En tanto que en el PRI y el PRD, los sindicatos
constituyen factores reales de poder de peso indiscutible, en el PAN no tienen
representación ni funcionalidad y se podría decir que ni sentido.
La iniciativa tiende, entonces, a “golpear” o “calentar”, como se dice en
el argot político, uno de los sectores reales de fuerza de estos partidos. Los
trabajadores son un tema que no interesa al PAN, las cifras sobre la caída real
y constante del salario de estos últimos doce años lo demuestran. La iniciativa
presentada al final de las administraciones panistas lo evidencia: ¿por qué
hasta ahora? porque de lo que se trata es de ganar en la ley lo que no se pudo
obtener en la acción política o proselitista, es decir, votos, socavando las
bases políticas de sus dos contrarios que los enviaron al tercer lugar de la
votación nacional. El verdadero análisis estaría en saber cuál es el cálculo
político del PRD para “cachar” una desbandada de agremiados de otros sindicatos
en favor de los “suyos”…a partir de una iniciativa panista!... Ahora bien, si se
trata de discutir en verdad sobre democracia sindical, no sirve una iniciativa
cargada de los mismos defectos acomodaticios que dice combatir. ¿o no?
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